Éranse una vez mil cuentos dentro de un cuento. Cogido por los finos hilos de la narración, el cuento conformó su historia en base a ellos. Eso sí, pocas veces se dio cuenta de su importancia, salvo cuando de manera dispar oía el rumor de alguno atravesando distancias.
A medida que crecía, el cuento iba describiendo un rostro más frío, pero una pupila más cálida. Hasta que un día analizando su bibliografía se dio cuenta de su origen y decidió volver de su desenlace a esa dulce y tierna introducción que tanto le inspiró a escribir su desarrollo.
lunes, 20 de abril de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario