
- ¡Ayer estuve en la Luna!
- ¡Fantástico! ¿Y qué tal fue?
- Bien, supongo. Estaba vacía.
- ¿Y eso?
- Era domingo.
- ¿Por eso volviste?
- No. Me olvidé el tabaco.
No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, sino que apura el recurso hacedero. Píndaro
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