jueves, 14 de mayo de 2009

Modernidad Líquida. Zygmunt Bauman

La interrupción, la incoherencia, la sorpresa son las condiciones habituales de nuestra vida. Se han convertido incluso en necesidades reales para muchas personas, cuyas mentes sólo se alimentan […] de cambios súbitos y de estímulos permanentemente renovados […] Ya no toleramos nada que dure. Ya no sabemos cómo hacer para lograr que el aburrimiento dé fruto. Entonces, todo el tema se reduce a esta pregunta: ¿la mente humana puede dominar lo que la mente humana ha creado?

Paul Valéry



Según la Encyclopædia Britannica la diferencia entre un sólido y un líquido es que antagónicamente, los segundos “sufren un continuo cambio de forma cuando se los somete a esa tensión”. De ahí, el maravilloso título de este ensayo. La postmodernidad como modernidad líquida. La transitoriedad se plasma en esta figura: “los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo: duran, mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen. Como la desregulación, la flexibilización o la liberalización de los mercados” ("La modernidad líquida". Zygmunt Bauman.). Así, el líquido postmodernista fragmenta esos grandes bloques que comienzan a herniar la espalda. El fluido se centra en el minucioso análisis de lo construido para proceder a deconstruirlo o destruirlo (según el temperamento del autor). La postmodernidad no busca un sincretismo cultural y cognitivo. No. Entre sus filas se encuentran niños con bulldozers, dispuestos a destruir indiscriminadamente todo lo que se tiene en pie.



En Modernidad Líquida Bauman tiene como objeto esto mismo. No ofrece teorías o nuevos sistemas, se limita a señalar contradicciones y atentar contra las convenciones que atan las relaciones humanas. Surfeando las olas de una sociedad líquida, progresivamente nos vemos inmersos en una realidad onírica fragmentada y flexible. Una verdad que apuñala la modernidad (y no hablemos de corrientes anteriores), rasga las vestiduras del “sentido común” y provoca el abandono de compromisos y lealtades.

Las sociedades postmodernas son austeras y pragmáticas. Si bien existen solidaridades esporádicas estas obedecen a una relación de beneficio propio, lo que Richard Rorty describe como “esperanza egoísta común”. Siendo totalmente francos, Bauman remite la idea del “líquido” de la modernidad a un estado de limbo superado en el que se esperaba para entrar al postmodernismo. La estructuración y la categorización han perdido la raigambre que les mantenía en pie y ahora “el secreto del éxito reside en evitar convertir en habitual todo asiento particular”.

Así, la razón no encuentra una base sólida donde apuntalar la reflexión. Como bien auguraron varios escritores y pensadores del siglo XIX y XX, la razón no es el único proyector de la realidad. Mientras que Freud remite todo al subconsciente, Heidegger señaló que el pensamiento occidental suele objetivar, calcular y racionalizar todos los aspectos que nos rodean, obviando otras dimensiones de lo real.

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